Reforma Prosalud
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Hay muchas maneras de prácticar el arte de sanar, pero hay una sola que el cielo aprueba. Los remedios de Dios son los simples agentes de la naturaleza.

"Amado, mi oración es que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma." (3 Juan 1:2)

"Mas a Jehová vuestro Dios serviréis, y él bendecirá tu pan y tus aguas; y yo quitaré toda enfermedad de en medio de ti." (Éxodo 23:25)

"He aquí que os he dado toda planta que da semilla, que está sobre toda la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da semilla; os serán para comer." (Génesis 1:29)

 "El corazón alegre constituye un buen remedio." (Proverbios 17:22)

"Hijo mío, está atento a mis palabras; inclina tu oído a mis razones … porque son vida para los que las hallan, y medicina para todo su cuerpo." (Proverbios 4:20-22)

"Así pues, ya sea que comáis, que bebáis, o que hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios." 1 Corintios (10:31)

"Si oyes atentamente la voz de Jehová tu Dios, y haces lo recto delante de sus ojos, y das oído a sus mandamientos, y guardas todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti; porque yo soy Jehová tu sanador." (Éxodo 15:26)

"¿No sabéis que sois santuario de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? Si alguno destruye el santuario de Dios, Dios le destruirá a él; porque el santuario de Dios, el cual sois vosotros, es sagrado." (1 Corintios 3:16, 17)

"Así que, hermanos, os exhorto por las misericordias de Dios, a que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro servicio de adoración espiritual." (Romanos 12:1)






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PORQUE NO CONSUMIR CARNE?

LIBRO CONSEJOS SOBRE EL RÉGIMEN ALIMENTICIO


Sólo cuando demostremos ser inteligentes tocante a los principios de una vida sana, podremos discernir los males que resultan de un régimen alimenticio impropio. Aquellos que, habiéndose impuesto de sus errores, tengan el valor de modificar sus costumbres, encontrarán que la reforma exige luchas y mucha perseverancia. Pero una vez que hayan adquirido gustos sanos, verán que el consumo de la carne, en el que antes no veían mal alguno, preparaba lenta pero seguramente la dispepsia y otras enfermedades. (pag. 26)

Los jóvenes [Daniel, Ananías, Misael y Azarías] que asistían a esta escuela de preparación no solamente debían ser admitidos en el palacio real sino que también se dispuso que comieran de la carne y bebieran del vino que venían de la mesa del rey. En todo esto el rey consideraba qué estaba no sólo concediéndoles un gran honor, sino además asegurándoles el mejor desarrollo físico y mental que pudieran lograr.  (pag. 33)

Entre las viandas que se colocaban ante el rey había carne de cerdo y otras carnes declaradas inmundas por la ley de Moisés. Se había prohibido expresamente que los hebreos las comieran. Aquí Daniel fue puesto en una prueba severa. ¿Debía adherirse a las enseñanzas de sus padres sobre alimentos y bebidas, y ofender al rey, probablemente perdiendo no sólo su posición sino también su vida, o debía desobedecer el mandato del Señor y retener el favor real, obteniendo de esta suerte grandes ventajas intelectuales y las más halagüeñas perspectivas mundanas? (pag. 33-34)

Aquí hay una lección para todos, pero especialmente para los jóvenes. El cumplimiento estricto de los requerimientos de Dios es benéfico para la salud del cuerpo y de la mente. A fin de alcanzar la más alta norma de conquistas morales e intelectuales, es necesario buscar sabiduría y fuerza de Dios, y observar una estricta temperancia en todos los hábitos de la vida. En la experiencia de Daniel y sus compañeros tenemos un ejemplo del triunfo de los principios sobre la tentación de complacer el apetito. Esa experiencia nos muestra que por medio de los principios religiosos los jóvenes pueden triunfar sobre la concupiscencia de la carne y mantenerse leales a los requerimientos de Dios aunque les cueste un gran sacrificio.(pag. 36)

Los que han recibido instrucciones acerca de los peligros del consumo de carne, té, café y alimentos demasiado condimentados o malsanos, y quieran hacer un pacto con Dios por sacrificio, no continuarán satisfaciendo sus apetitos con alimentos que saben son malsanos. Dios pide que los apetitos sean purificados y que se renuncie a las cosas que no son buenas. Esta obra debe ser hecha antes que su pueblo pueda estar delante de él como un pueblo perfecto. (pag. 41)

La mantequilla y la carne estimulan. Estas han perjudicado el estómago y pervertido el gusto. Los nervios sensitivos del cerebro han sido entorpecidos, y el apetito animal fortalecido a expensas de las facultades morales e intelectuales. Estas facultades superiores, que son las que deben gobernar, han estado debilitándose, de manera que las cosas eternas no han sido discernidas. Una parálisis ha entorpecido lo espiritual y devocional. Satanás ha triunfado al ver cuán fácilmente puede llegar por medio del apetito y controlar a los hombres y las mujeres de inteligencia, destinados por el Creador a hacer una obra buena y grande.  (pag. 56)

Si todos los que profesan obedecer la ley de Dios estuvieran libres de iniquidad, mi alma quedaría aliviada; pero no lo están. Aun algunos de los que profesan guardar todos los mandamientos de Dios son culpables del pecado de adulterio. ¿Qué puedo decir para despertar sus sensibilidades embotadas? Los principios morales, aplicados estrictamente, son la única salvaguardia del alma. Si hubo alguna vez un tiempo en que la alimentación debía ser de la clase más sencilla, es ahora. No debe ponerse carne delante de nuestros hijos. Su influencia tiende a excitar y fortalecer las pasiones inferiores, y tiende a amortiguar las facultades morales, Los cereales y las frutas, preparados sin grasa en forma tan natural como sea posible, deben ser el alimento destinado a todos aquellos que aseveran estar preparándose para ser trasladados al cielo. Cuanto menos excitante sea nuestra alimentación, tanto más fácil será dominar las pasiones. La complacencia del gusto no debe ser consultada sin tener en cuenta la salud física, intelectual o moral. (pag. 75)

Se me ha mostrado reiteradamente que Dios está trayendo a su pueblo de vuelta a su plan original, esto es, el de no subsistir a base de carne de animales muertos. El quiere que enseñemos a la gente un método mejor. (pag. 96)

Si se descarta la carne, si el gusto no es educado en esa dirección, y si se estimula el apetito por las frutas y los cereales, pronto ocurrirá lo que Dios quiso que fuera en el principio. Su pueblo no usará nada de carne. (pag. 96)

El conformarse a un régimen sencillo, que lo preserve en la mejor condición de salud, es la tarea que le corresponde. Si hubiera vivido de acuerdo con la luz que el cielo permitió que brillara en su sendero, mucho sufrimiento podría haberse ahorrado para su familia. Su propia conducta ha acarreado seguros resultados. Mientras continúe actuando de esta suerte, Dios no vendrá a su familia para bendecirlo en forma especial, y obrar un milagro a fin de ahorrar sufrimientos a su familia. Un régimen sencillo, desprovisto de especias, de carnes y grasas de todo género, resultará una bendición para Ud., y le ahorrará a su esposa una gran cantidad de sufrimiento, pesar y abatimiento. . . (pag. 98)

En los cereales, las frutas, las verduras y legumbres y los frutos oleaginosos o nueces han de encontrarse todos los elementos alimenticios que necesitamos. Si acudimos al Señor con sencillez de mente, él nos enseñará cómo preparar alimentos sanos, libres de la corrupción de la carne usada como alimento. (pag. 109)

Si procedemos con prudencia, podremos conseguir en casi cualquier país la clase de alimentos que más favorece a la salud. Las variadas preparaciones de arroz, trigo, maíz y avena, como también las judías, porotos o frijoles, guisantes y lentejas se exportan hoy a todas partes. Estos alimentos, junto con las frutas indígenas o importadas, y con la variedad de verduras propias de cada país, facilitarán la elección y la composición de comidas, sin necesidad de carnes... Donde las frutas desecadas, como uvas pasas, ciruelas, manzanas, peras, melocotones y albaricoques o damascos, puedan obtenerse a precios moderados, se verá que pueden emplearse como alimentos de consumo corriente mucho más de lo que se acostumbra, y con los mejores resultados para la salud y el vigor de todas las clases de personas activas (pag. 110)

El Señor enseñará a muchos en todas partes del mundo a combinar las frutas, los cereales y las verduras en alimentos que sostengan la vida y no comuniquen enfermedad. Personas que nunca han visto las recetas para hacer los alimentos sanos que ya están en venta, trabajarán con inteligencia, experimentarán con los productos alimenticios de la tierra, y recibirán información acerca del uso de estos productos. El Señor les mostrará lo que deben hacer. El que da habilidad y comprensión a su pueblo en una parte del mundo, se la comunicará también a su pueblo en otras partes del mundo. Es su designio que los tesoros alimenticios de cada país sean preparados de tal manera que puedan usarse en los países para los cuales son apropiados. Como Dios dio maná del cielo para sostener a los hijos de Israel, dará a su pueblo en diferentes lugares habilidad y sabiduría para usar los productos de esos países en la preparación de alimentos que reemplacen la carne. (pag. 115)

El Señor quiere que en todo lugar se estimule a hombres y mujeres a desarrollar sus talentos en la preparación de alimentos sanos con los productos naturales de su propia región. Si miran a Dios y ejercen su habilidad e ingenio bajo la dirección de su Espíritu, aprenderán a transformar los productos naturales en alimentos sanos. Así podrán enseñar a los pobres a proveerse de alimentos que reemplacen la carne. A su vez los que reciban esta ayuda podrán instruir a otros. Una obra tal se ha de hacer todavía con celo y vigor consagrados. Si se hubiese hecho antes, habría hoy muchas más personas en la verdad, y muchos más instructores. Aprendamos cuál es nuestro deber, y luego hagámoslo. No debemos ser incapaces ni depender de otros para que hagan la obra que Dios nos ha confiado. (pag. 115)

Debe ejercerse gran cuidado al efectuarse el cambio de un régimen con carne a un régimen vegetariano, para proveer la mesa con artículos alimenticios sabiamente preparados, y bien cocinados. El comer tantas gachas (alimentos semilíquidos) es un error. Los alimentos secos que exigen masticación son preferibles con ventaja. Los productos alimenticios sanos* son una bendición a este respecto. El buen pan negro y los bolillos negros preparados de una manera sencilla pero con un esfuerzo laborioso, serán benéficos para la salud. El pan nunca debiera ser agrio ni en el más leve grado. Debe hornearse hasta que esté completamente cocido. De esta manera se evitará toda pastosidad y pegajosidad. (pag. 128)

 Los habitantes del mundo antediluviano eran intemperantes en el comer y beber. Querían tener carne, aunque Dios en ese tiempo no le había dado al hombre permiso para consumir alimentos animales. Comieron y bebieron hasta que la complacencia de su apetito depravado no conoció límites, y entonces se corrompieron tanto que Dios no los pudo soportar más. Su copa de iniquidad se llenó, y el Señor limpió a la tierra de esta contaminación moral por tiempo del diluvio. (pag. 174)

Cuando el Dios de Israel saco a sus hijos de Egipto, los mantuvo en gran medida privados de la carne, pero les dio pan del cielo, y agua de la dura roca. Mas no se manifestaron satisfechos con esto. Detestaron el alimento que se les había dado, y desearon verse de vuelta en Egipto, donde podían sentarse ante las ollas de carne. Preferían soportar la esclavitud, y aun la muerte, antes que verse privados de la carne. Dios les concedió su deseo, dándoles carne, y dejando que comieran hasta que su glotonería produjo una plaga, de la cual muchos murieron. (pag. 175)

El crimen y la enfermedad han aumentado con cada generación. La intemperancia en el comer y beber, y la satisfacción de las pasiones más bajas, han establecido las facultades más nobles del hombre. La razón, en lugar de ser lo que domina, ha llegado a convertirse en el esclavo del apetito en un grado alarmante. La gente ha complacido un deseo progresivo por los alimentos suculentos, hasta el punto de que ha llegado a estar de moda el atiborrar el estomago de toda clase posible de esos alimentos. Especialmente en reuniones de placer, el apetito es complacido sin restricciones. Se sirven cenas suculentas y tardías, que consisten en carnes muy sazonadas, con salsas concentradas, tortas, pasteles, helados, té, café, etc. No es de admirar que con régimen semejante, la gente tenga una complexión pálida, y sufra de incontables agonías a causa de la dispepsia.  (pag. 176)

Propuso en su corazón de no contaminarse con la porción de la carne del rey, ni con el vino de su beber; porque sabía que un régimen semejante no fortalecería sus facultades ni aumentaría su capacidad mental. No quería usar vino, ni ningún otro estimulante antinatural; no quería hacer nada que oscureciera su mente; y Dios le dio "Conocimiento e inteligencia en todas las letras y ciencias", y también "entendimiento en toda visión y sueños" (Dan. 1:17)... (pag. 182)

Hay una clase que profesa creer la verdad, que no usa tabaco, rapé, té o café, y que sin embargo es culpable de gratificar el apetito de una manera diferente. Anhelan con vehemencia carnes muy sazonadas, con salsas concentradas, y su apetito se ha pervertido tanto que no pueden satisfacerse siquiera con carne, a menos que se les prepare de una manera muy perjudicial. El estómago resulta afiebrado, los órganos digestivos son recargados, y sin embargo el estómago trabaja duramente para deshacerse de la carga que se le impuso por la fuerza. Después que el estómago ha realizado su tarea está exhausto, lo cual causa languidez. Aquí muchos son engañados , y piensan que es la falta de alimentos lo que produce tal sensación, y sin dar al estómago tiempo para descansar, toman más alimentos, que por el momento quitan la languidez. Y cuanto más se complazca el apetito, mayores serán sus clamores para ser gratificado. Estas languideces son generalmente el resultado de comer carne, y comerla con frecuencia, y en gran cantidad... (pag. 186)

Las personas que han acostumbrado su apetito a comer libremente carnes, salsas muy sazonadas y diversas clases de tortas y conservas concentradas, no pueden saborear inmediatamente un menú sano y nutritivo. Su gusto está tan pervertido que no tienen apetito por un menú sano de frutas, pan sencillo y verduras. No necesitan esperar que de primera intención les gustará un alimento tan diferente de aquel que se han complacido en comer. Si al comienzo no pueden disfrutar de alimentos sencillos, deben ayunar hasta que lo puedan hacer. El ayuno resultará para ellos de mayor beneficio que la medicina, pues el estomago del cual se ha abusado encontrará el descanso que por mucho tiempo ha necesitado, y el hambre verdadera puede ser satisfecha con un régimen sencillo. Se requerirá tiempo para que el gusto se recupere de los abusos que ha recibido, y para obtener de nuevo su tono natural. Pero la perseverancia en una conducta de negación propia en materia de comida y bebida pronto hará sabroso un régimen sencillo y sano, y pronto éste será consumido con mayor satisfacción de lo que un sibarita goza de sus bocados exquisitos. (pag. 187-188)

Esta sensación de languidez por lo general es el resultado del consumo de carne y de comer frecuentemente y en demasía. El estómago se fatiga porque se lo mantiene trabajando en forma constante para despachar un alimento que no es muy saludable. Los órganos digestivos se debilitan porque no tienen reposo, y esto hace que se experimente una sensación de decaimiento y un deseo de comer con frecuencia. El remedio para tales personas consiste en que coman con menor frecuencia y en menos abundancia, que se conformen con alimentos sencillos y que coman dos veces, o a lo más, tres veces al día. El estómago debe tener períodos regulares de trabajo y descanso; por esto el comer irregularmente y entre las horas de comida constituye una violación muy perniciosa de las leyes de la salud. El estómago puede recobrar su salud gradualmente si se practican hábitos regulares y si se ingiere alimento apropiado. (pag. 208)

Es importante que el alimento sea preparado con cuidado y que agrade al apetito no pervertido. Debido a que por principio descartamos el uso de carne, manteca (mantequilla), pasteles de carne, especias, tocino y cosas que irritan el estómago y destruyen la salud, nunca debiera inculcarse la idea de que poco importa lo que comemos (pag. 234)

Los niños mal alimentados son con frecuencia débiles, pálidos, deficientes en su desarrollo, y resultan nerviosos, excitables e irritables. Por amor al apetito se sacrifica todo lo noble, y predominan las pasiones animales. La vida de muchos niños de cinco, diez y quince años de edad parece estar marcada por la depravación. Conocen casi todos los vicios. En gran medida los padres son los culpables de tal estado de cosas y a su cuenta se les acreditarán los pecados de sus hijos, pues fue la conducta impropia de los padres la que indirectamente indujo a los hijos a cometer esos pecados. Tientan a sus hijos a satisfacer su apetito poniendo sobre la mesa carnes y otros alimentos condimentados, que tienen la tendencia a fomentar las pasiones animales. Por su ejemplo enseñan a sus hijos la intemperancia en el comer. Se les ha permitido comer casi en cualquier momento del día lo cual mantiene siempre ocupado el sistema digestivo. Las madres han tenido poco tiempo para educar a sus hijos. Su tiempo valioso lo dedicaban a preparar comidas malsanas que luego colocaban sobre la mesa. (pag. 272-273)

La mesa de muchas mujeres que profesan ser cristianas es servida diariamente con una variedad de platos que irritan el estómago y afiebran el organismo. La carne constituye el alimento principal servido en la mesa de algunas familias, y como consecuencia su sangre está llena de humores cancerosos y escrofulosos. Sus cuerpos se componen de lo que comen. Pero cuando se presentan el sufrimiento y la enfermedad, se los considera como una aflicción de la Providencia. (pag. 274)

Ojalá que todos pudieran discernir estos asuntos como me fueron presentados, todos aquellos que ahora son tan descuidados, tan indiferentes con respecto a la edificación de su carácter; los que defienden el régimen a base de carne, nunca abriran sus labios para justificar un apetito que requiere la muerte de los animales. tal régimen contamina la sangre en sus venas, y estimularas propensiones animales inferiores. Debilita la percepción aguda y el vigor de pensamiento para entender a Dios y la verdad y para logarr un conocimiento de si mismo. (pag. 458)


 
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